LUCY PATANÉ — LUCY PATANÉ (2019) | Reseña para Archivo de Discos Argentina (ADA)
Con la cantidad de música que se publica a cada segundo, podría pensarse que ya todo fue dicho. Sin embargo, como en cada ámbito, las voces de las mujeres quedan en segundo plano: minimizadas, consideradas fuera de “la experiencia universal” (¿según quién? ¿quiénes no se sienten identificados?). Y si esa voz pertenece a una mujer que se enamora, que desea otras mujeres, menos aún.
Lucy Patané en su disco homónimo de 2019 le canta a personas y situaciones con esa pasión, libidinosa y tierna, agobiante y revoltosa, intensidad a menudo asociada a las relaciones lésbicas, un prejuicio que muchas veces no está tan errado. Con sus doce canciones nos propone un vínculo cargado de altibajos marcado por las vicisitudes y los mareos que provocan la mezcla de género y sexualidad. Para poner en contexto, se publica un mes antes de que Marilina declare que el Gardel de Oro “lo gana una lesbiana”. Era un año donde la marea feminista tomaba fuerza y tejía redes ante el miedo de perder los pocos derechos conquistados.
Hija de familia musical, multiinstrumentista, productora, extremadamente talentosa y dueña de una voz dulce, acumula un largo historial de proyectos exitosos. Aún así tuvo que lidiar con cuestionamientos absurdos como “no sonreír sobre el escenario”. ¿A qué varón se le exigió eso? Lo cierto es que sus shows rebalsan de disfrute, quizás no del modo que algunOs esperarían. Es el placer de las pieles suaves, o la adrenalina de un beso público.
El disco abre con “La Corte”, solemne y orquestal, anticipando un despliegue de instrumentos prolijamente colocados en su caos. Le sigue “En Toneles”, de ritmo galopante que recuerda a Knights of Cydonia de Muse. Lucy nos promete un ambiente seguro para permitirse ser vulnerable y llorar. Después de tanto ruido cierra con un punteo, como los sollozos que le siguen al llanto con angustia, dando paso a “Hoteles de fuego”. Estamos en un hotel, el turno terminó, y al parecer la relación también. Pero el disco recién empieza.
“Clavícula” comienza con una declaración que deberíamos grabarnos: “La música nos va a salvar”. Presenta imágenes ingeniosas y sensuales como usar una clavícula de escarbadientes, admitiendo que es difícil salir de una relación cuando la otra persona tiene piernas fantásticas, como largas columnas griegas.
A pesar de la seriedad que se le adjudica, Lucy maneja el humor con astucia. “Ustedes” está dedicada a las personas que se levantan de mal humor (como yo). A pesar de los gruñidos, nos ofrece una taza de café porque entiende que no somos malas personas, solo necesitamos tiempo para despertarnos. Un gesto de comprensión.
“La Osa en la Laguna” resuena un aire country, seguida de “Aterrizaje” interludio que marca la transición a la segunda mitad del álbum.
“Búhos” es posiblemente el momento más desgarrador. Es una historia fuerte para ponerla en palabras, pero en su episodio de Lesboteca Lucy la explica con detalle. Prepárense para lagrimear. Habla de su relación con Carla Branchini, compañera en Las Taradas que ya no está en este plano, y el absurdo de descubrir que la persona que amás tiene algún defecto tarado como tener la cabeza muy grande.
“Ya no quedan” determina que poco hay que preguntarse cuando el cuerpo no espera lo que llaman amor, parafraseando “Canción animal”. No hay control cuando el deseo es tan grande, solo queda “acabar con los problemas” en las manos.
“Cinturón” merece dos escuchas. La primera sin expectativas; la segunda, entendiendo bien qué elemento es el cinturón. De cinco minutos, tres son de despliegue instrumental inmersivo que te transporta al estudio de grabación. Lucy domina las palabras, pero más aún la música.
Puedo relacionar “Tu dialecto” con la historia de “Búhos”: pasos en el bosque, la tierra encharcada. “Tengo tu huella enmarcada en mis raíces”. Hay presencias que nos marcan en la maleza de nuestro interior.
El cierre llega con “Dock sud” homenaje a su tierra natal. Sin letra, con un canturreo que nos guía. Lucy se convierte en conurbano, autopista, peaje, noche y peligro.
Lágrimas en los ojos al reencontrarme con este disco. Seis años después, este álbum no parece envejecer. Una escucha obligada para quienes aman la música. O para quienes no se animan a besar a una chica.
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